jueves, 30 de octubre de 2014

Sin filtros

Un No absoluto. Un No perpetuo.
Un No que lo diga todo. Un No que hable por aquello que callamos.
Un No preciso, imperativo, crudo.
Un No que figure el límite. Un No que divida el pasado y el presente, que no proyecte a futuro.
Un No seguro de sí mismo, que no titubee, que te convenza, que nos conforme a ambos. Un No firme, bien plantado.
Un No que se refleje en el espejo y se sienta grande, sublime, poderoso.
Un No que te mire a los ojos y te consuma.
Un No que te enfrente sin gritar, sin irritarse, sin debilitarse entre lágrimas, sin temblar de amor o cobardía.
Un No que permanezca en el tiempo. Que detenga el movimiento, los días. Que estanque de una vez y para siempre los lazos que nos unen.
Un punto final. Un No conclusivo.
Un No que lo resuma todo. Que no se extienda en excusas. Que no pretenda explicar nada ni remover el pasado. Pero un No que abarque de principio a fin los motivos sin olvidar ninguno.
Un No que sea solamente tuyo, sin concederselo a otro.
Un No que te demuestre el porqué. Un No que te abra los ojos.
Un No que te empuje a la soledad y al consuelo de tu propio abrazo. Que te golpee el alma. Que te acueste en tu cama, desganado y luctuoso.
Un No que de mi boca salga sólo para que vos lo escuches, sin rencores ni pecados.
Un No que te desgarre la ropa y te deje desnudo en mitad de la noche.
Un No que no mire hacia atrás cuando dé media vuelta afirmando el adiós. Que no frene ni aminore la marcha.
Un No que no sepa pedir perdón. Que no se deje endulzar. Que no entienda de mentiras ni pretextos.
Un incorruptible No.
Un No absoluto. Perpetuo.
Un No que ensanche la distancia. Que deje en claro el vos y el yo por separado…
Un No que ya no dé razón para nosotros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.